domingo, 6 de febrero de 2011

Capítulo 3


                Las clases que había antes de la hora de comer finalizaron más pronto de lo que pensaba. Me aburría en clase escuchando a aquella persona que llamaban profesor aunque yo no entiendo como aquí se le da tan poca importancia, ya que la mayoría de sus discípulos, que aquí se llaman alumnos, se dedicaban a reírse de él, gastarle bromas, pasar de sus enseñanzas o cosas por el estilo. En mi mundo los profesores son los maestros de la magia negra y de enseñanzas superiores a las que se dan aquí, y cada discípulo atiende a cada palabra como si fuese única e imprescindible para entender el significado de lo que está explicando– cómo explicaba cosas que yo ya había aprendido hace diez años. Más tarde descubrí que arriba de la puerta del aula había una circunferencia en la que habían inscritos unos números y unas rayas, también habían unos palos que se movían dando un giro completo de derecha a izquierda. Intenté descifrar aquella especie de jeroglífico que los que estaban allí presentes parecían entender con tan solo una mirada.
                -¿Qué hora es, Vero?-dijo Akari, que estaba detrás de mí.
                Al escuchar su pregunta miré la ventana, y descubrí por la posición  del sol que eran las once menos veinte. Se lo dije de inmediato, pues yo puedo saber la hora con tan solo mirar el sol. Y, aunque no la estaba mirando podía notar como poco a poco se iba extrañando; sin saber por qué.
                Lo peor del día creo que fue la hora de comer, entrar al comedor y ver como una multitud de adolescentes peleaban por coger la última porción de pizza, intercambiaban mensajes, se besaban y reían me ponía los pelos de punta.
                Akari no paró de seguirme en toda la mañana, yo me limitaba a sonreír cada vez que me decía algo. Me preguntó cómo era la vida en Washington, y aunque en mi vida había pisado esa ciudad me las apañé lo suficiente  bien como para que se lo tragara.
                Ambas no sentamos en una mesa que estaba apartada de las demás, por petición mía. Akari no paraba de escuchar su reproductor MP3 mientras canturreaba alguna canción en japonés. Podía entender que decía algo de “…el destino nos unió, me hiciste la chica más feliz del mundo…”. Sinceramente, no sé por qué se comporta así, ya que pude ver que debajo de la personalidad “oscura” de Akari se ocultaba una chica que amaba el color rosa, que deseaba que sus padres volvieran a estar juntos y que detestaba la hipocresía de la gente (¡Mira! Al menos ya tenemos algo en común ella y yo).
                Al llegar a casa me encontré a mi padre frente a la puerta con cara sonriente. Sinceramente, no me importaba para nada qué era lo que  le tenía en ese estado de felicidad.
                -Hola, hija- dijo frotándose las manos- ¿Qué tal en el centro de estudios?
                -Puf…-contesté agotada mientras dejaba mi mochila en el suelo, para mí era un esfuerzo muy grande tener que ir al instituto de la Tierra-¡Ha sido peor de lo que me imaginaba! Un montón de imbéciles se dedican a fastidiar a todo bicho viviente-mi cansancio y mi “tristeza” no hicieron que mi padre se preocupara lo más mínimo o que perdiera su sonrisa. Podía percibir que estaba deseando que le preguntara cuál era la razón de su alegría-. Y a ti ¿Qué tal te ha ido?
                Mi padre estalló de alegría, deseaba que me contagiara un poco de su buen humor y poder compartir con él su júbilo.
                -Verás, ya no tendré que pasar más el día en esta escalofriante casa-se frotó la manga-. Para que resulte más creíble todo esto he comprado un bajo para montar nuestro propio negocio.
                Cuando escuché eso creí que mi padre estaba de broma ¿Por qué montar nuestro propio negocio si desde el infierno nos mandan el dinero que utilizan en la Tierra? Pero mientras yo miraba con los ojos abiertos como platos la expresión de mi padre no cambió, por lo que estaba claro que iba en serio.
                -¿Qué tipo de negocio?-puse los brazos en jarra.
                -¡Qué impaciente eres, hija!-me cogió de la mano, y no me hizo ninguna gracia-¡Acompáñame!
                Cogió unas llaves con formas diferentes a las que había visto anteriormente y tiró de mí fuertemente sacándome de la casa. Me alegraba saber que mi padre se ponía contento por algo que no tuviera que ver directamente con la venganza de la muerte de mi madre.
                Estuvimos un buen rato corriendo por la calle, mucha gente se quedaba extrañada mirándonos o se limitaban a dejarnos pasar. Se paró delante de un bajo cerrado y utilizó una llave con una circunferencia para abrir esa persiana gris y entramos a través de una puerta de color verde oscuro. Más que un negocio parecía un trastero, habían un montón de cosas en ese sitio. Había una barra con una caja de metal (apuesto a que era eso a lo que llamaban mostrador y caja registradora), una gran ventana enfrente, al lado de la puerta verde y un montón de cosas inservibles.
                -¿Te gusta?-abrió las manos y acarició con sus manos las paredes de color marrón-¡Han hecho un trabajo fenomenal!
                Entonces vi aquel jeroglífico tan extraño que había en la clase de Historia. Me acerqué a él subiéndome a unas escaleras y escuché “tic-tac”. Fruncí el ceño e intenté quitar el cristal que cubría aquel objeto tan extraño.
                -Es un reloj-contestó mi padre a la pregunta que no había hecho-, lo utilizan para saber qué hora es.
                Me extrañó mucho que eso fuera un aparato para saber la hora, y que encima lo llamaran “reloj”. Estallé en carcajadas mientras me bajaba cuidadosamente de las escaleras, mi padre no se sorprendió de mi reacción.
                -Y ¿no podrían aprender a saber la hora según la posición del sol?-pregunté una vez más calmada-Es más sencillo.
                -¡Ya ves! Desde luego que nos tenemos que poner al día con algunas cosas si no quieres que sospechen o nos tomen por idiotas.
                Miré una última vez el reloj ¿Por qué las cosas no podían ser como allí? Todo es más fácil, sus habitantes no se dedican a complicarse la vida constantemente.
                -Los humanos cada día me sorprenden más-dije mientras me dirigía al interior del cuarto que ponía “Privado”.
                Dentro de allí había una mesa y un sillón. Había una silla que se encontraba opuesta al sillón, seguro que mi padre la colocó allí para que yo también pudiese sentarme.
                -¿Qué es este local? ¿Qué fin tiene?
                Mi padre puso los ojos en blanco, se sentó en el cómodo sillón y me invitó a que me sentara en la silla.
                -Sabía que me harías esa pregunta… es una tienda de antigüedades.
                -¿Una qué?-dije boquiabierta. A medida que me iba diciendo más cosas del nuevo negocio deseaba pellizcarme y que solo fuese un estúpido sueño.
                -Una tienda de antigüedades-noté cansancio en su voz-, se supone que vendemos cosas que se crearon años atrás y que ahora se han revalorizado.
                No me parecía muy interesante, pues no creo que tuviésemos que intentar recuperar aquello que se hizo en un pasado.
                Mientras mi padre se dedicaba a conocer un poco más su tienda de antigüedades yo quise saber más sobre qué hacían la gente de mi edad a estas horas de tarde. Vi a unos cuantos muchachos que llevaban una botella de vodka y se dirigían al parque de la esquina. Me miraron fijamente, después comentaron algo entre ellos y rieron entre sí. No era el primer comentario inoportuno que realizaban imbéciles como esos.
                El parque era pequeño, había gente de todo tipo. Los adolescentes se ponían en los lugares más apartados de éste, en cambio adultos y niños se encontraban en las zonas de los columpios.
                Entonces vi a Lucca sentado en un banco, enfrascado en una lectura. Al principio pensé en no molestarle pero cuando vi que estaba leyendo una novela decidí saludarlo y fastidiarle la lectura ¿Sabéis que existen libros que hablan sobre historias inventadas, y entre ellas el tema actual es hablar sobre demonios? Odio que hablen sobre nosotros, más si es para inventarse cosas que nosotros no hacemos. Nos tratan como si nosotros nos dedicásemos a decir “Ahora, como me caes mal vas a pasar toda tu eternidad en el INFIERNO.” El tema principal, odio todos los libros que no sean sobre algo constructivo y distraigan a los humanos sobre la verdadera realidad.
                -¡Hola!-Lucca no pareció inmutarse de que me había sentado a su lado. Siguió enfrascado en su lectura. Me quedé con cara de tonta, simplemente esperaba un gesto o algo que indicara que me había escuchado… pero no fue así. Intenté decirle otra cosa que le hiciese darse cuenta de que estaba ahí-Soy Vero, la chica que va contigo a clase ¿me recuerdas?
                Tras escuchar esto último levantó su cabeza, consiguiendo mi propósito; distraerlo de la lectura.
                -Hola-contestó-Sí… te recuerdo. De momento eres a la única Veronike que conozco aquí.
                -¿No eres de aquí?-pregunté fingiendo estar sorprendida, estaba claro de que no, ya que  su nombre era Lucca en vez de Luke.
                -No, soy de Italia-me contestó. Tras decirme esto tragó saliva-; concretamente de Bolonia. Todos los que saben que soy de Italia piensan que soy de Roma, Milán, Venecia o Nápoles-rió tras esto.
                Sabía exactamente donde estaba Bolonia, al lado del río Po y próxima a Venecia. Lo que de verdad me sorprendió era cómo alguien de Italia podía hablar perfectamente el inglés llevando aquí como mucho unas cuantas semanas.
                -Debe ser maravilloso ese país-sonreí sin ni siquiera darme cuenta. Apoyé mis manos en mis piernas, y una oleada de calor invadió mi cuerpo.
                -Sí que lo es, la Ciudad del Vaticano es muy bonita; te la recomiendo por si un día te planteas ir a Italia ¡Ah, sí! ¡Y el mar Mediterráneo! Deberías de mojar tus pies en ese mar, por eso te recomiendo que escojas una ciudad costera-empezó a elogiar Italia, lo poco que había conversado conmigo en clase lo estaba compensando ahora. Una vez terminó nos quedamos en silencio, se suponía que era yo quien tenía que continuar… pero no tenía palabras para poder seguir con esa conversación. Contaba con un “Bueno, tengo prisa ¡Adiós!”, pero estaba totalmente equivocada… por lo que me llevé una gran sorpresa al escuchar sus palabras-Y dime ¿Qué es lo más interesante de Washington? ¡Vamos, cuéntame!
                Abrí los ojos de par en par, sabía cosas de esa ciudad pero no las suficientes como para poder hacer una detallada descripción de esa ciudad como él había hecho con Italia.
                -Pues… to…todo-dije nerviosa-.No es una ciudad preciosa, es lo siguiente-Y si con todos me había servido esto para que se creyeran que había estado 17 años viviendo allí, con éste no fue suficiente; se lo tragó, pero yo juraría que le quedaron dudas. Así que intenté cambiar de tema sutilmente-Y ¿Qué lees?
                -Romeo y Julieta-cerró el libro-. Aunque desde pequeños sabemos ya el trágico final de esta historia siempre me ha hecho ilusión leerla, y por más que lo intento siempre me quedo atascado en el momento en el que Julieta se bebe ese frasco de alcohol destilado.
                Lo primero que había dicho no era cierto, yo no sabía qué libro era “Romeo y Julieta” pero parecía ser un libro muy conocido. Podía ser uno de los libros de amor que gente de mi edad leía constantemente en la Tierra.
                -¿Romeo y Julieta? No… no conozco ese libro-pensé en voz alta temiendo que estuviese metiendo la pata.
                 Lucca puso una expresión de sorpresa. Sabía que no había hecho bien diciendo algo como eso ¿Cómo nos podían enseñar cosas tan importantes si luego cosas tan tontas como el nombre de un libro no sabíamos?
                -Mmm… Romeo y Julieta… Shakespeare… Montesco y Capuleto…-dijo Lucca entrecortadamente. Pero por más que escuchaba esas palabras no conseguía que ninguna tuviera algún sentido para mí. No obstante, lo único que podía hacer era fingir que le estaba tomando el pelo.
                -¡Es broma! Me estaba quedando contigo-dije golpeando su brazo derecho. Pude ver cómo su expresión había vuelto a cambiar, y eso me alegraba.
***
Era por la noche, había ido a cenar a un sitio que se llamaba restaurante. La comida estaba malísima, sin duda a veces me planteaba por qué habíamos aceptado una misión tan absurda como ésta; podríamos haber sido nosotros quienes hubiésemos planeado la emboscada para la venganza, en vez de tener que aguantar todas estas tonterías y poder fallar en nuestra misión… pero… ¡todo sea por mi madre!
Después me dirigí a casa. La calles estaban desiertas, ya que mañana era día laboral; pero nosotros somos muy diferentes, dormimos poco y nunca tenemos sueño… hasta esta mañana no me había dado cuenta de que los humanos padecían aquella especie de tortura llamada sueño ¡suerte que nosotros no la tenemos!
El camino fue llevadero hasta que vi una pluma en el suelo, blanca y terriblemente aterciopelada. Cualquier persona que observara aquella pluma tan “bella” la definiría como la de una paloma (por su color, más que nada), pero yo sabía que esa pluma pertenecía a un ángel ya que la pluma de un ángel es de un color blanco puro; y ese ángel no podía estar muy lejos… por lo que aparte de llevarme aquella sensación de asco en mi rostro se dibujó una sonrisa, nos estábamos lejos de nuestra pista. La cogí y la observé detenidamente; sí, no había duda que era la pluma de un ángel… y esperaba que fuera de Thunder Storm.
-Preparaos ángeles, porque de ésta no los libráis.

2 comentarios:

  1. Soy Yara :')
    Espe cielo, me encanta :)
    Ya te dije lo de las expresiones y eso.. esta semana no he tenido mucho tiempo pero en cuanto te vea conectada comentamos lo que se podría mejorar o lo dejamos tal cual ¿te parece?
    Te quiero preciosa ! ♥
    P.D : está genialisisisimo ^^

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  2. Buenas, buenas (:
    Me gusta mucho la historia ¿vais a seguir subiendo? Espero que sí.
    Un besazo y seguid así.
    PD: En carnaval voy de diablesa.

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